Seguro que ya sabes que Domènech i Montaner es uno de los máximos exponentes de la arquitectura modernista, junto con Antoni Gaudí y Josep Puig i Cadafalch, entre otros. Pero Domènech no es solo el autor de grandes obras de la arquitectura, como Sant Pau o el Palau de la Música, que han sido declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO. También fue un político destacado de su tiempo, un gran divulgador de arte románico y profesor en la Escuela de Arquitectura.
La instalación museográfica con forma de dragón que hay en el Pabellón de Sant Salvador es mucho más que una alegoría de una de las figuras más presentes en el modernismo. Es, sobre todo, un homenaje a la figura de Domènech. En ella podrás ver toda su obra arquitectónica y, también, las aportaciones que hizo en otras disciplinas. En este artículo te queremos descubrir 10 aspectos de este genio que quizá desconoces.
Una familia dedicada al mundo editorial
Su padre, Pere Domènech i Saló, fue uno de los mejores encuadernadores de la primera mitad del siglo XIX. A su muerte, Lluís Domènech, que justo había acabado los estudios de arquitectura, decidió ayudar a su hermano en el negocio familiar. Diseñó cubiertas de libros, letras capitulares e historiadas, orlas, exlibris, guardas; también rotuló cabeceras para revistas y diarios. Bajo su dirección, la editorial Domènech i Simón editó la Historia General del Arte, con una primera parte escrita e ilustrada por el mismo Domènech. El resto de los volúmenes fue a cargo de Puig i Cadafalch.
Apasionado de la historia
Domènech mostró, a lo largo de su trayectoria, un gran interés por la historia y la arqueología. Sus conocimientos históricos los aplicó en la ornamentación de sus obras arquitectónicas. Sant Pau es un claro ejemplo. El mosaico que decora los laterales del Pabellón de la Administración, y que repasan la historia del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, fue escrito por el mismo Domènech, así como los escudos que se encuentran por todo el Recinto Modernista, que demuestran su dominio de la heráldica.
Los Juegos Florales y el Ateneo
Desde bien joven, Lluís Domènech i Montaner se involucró en dos de las manifestaciones capitales del catalanismo cultural: los Juegos Florales y el Ateneo barcelonés. En el primer caso, asistió desde muy joven. En 1878 publica en la editorial familiar el poema ganador, la Atlàntida de Jacint Verdaguer, y en 1895 preside el Consistorio de los Juegos Florales.
En cuanto al Ateneo, fue socio desde los inicios de su vida adulta. En 1898 fue escogido presidente por primera vez, y ocupó este cargo durante siete años alternos, convirtiéndose en la primera persona que ostentaba este cargo tantas veces.
Un artículo fundacional sobre la arquitectura modernista
Además de editor, Domènech colaboró en varios medios. Su publicación más famosa es el artículo “En busca de una arquitectura nacional”, publicado en 1878 en la revista La Renaixença. Antes de que su carrera coja vuelo, con solo 28 años, Domènech escribe un artículo que se ha considerado como el tratado fundacional de la arquitectura modernista y que poso Catalunya en el centro del debate europeo. En el texto, el arquitecto habla de eclecticismo, que es, de hecho, una de las principales características con la que se ha descrito el modernismo. Paseando por el Recinto Modernista te puedes dar cuenta de la influencia que hay de otros estilos como el gótico o el mudéjar.
El tour europeo
Domènech acaba sus estudios en Madrid el 1873 y acto seguido emprende un viaje por Europa que le llevará a Viena, Roma, París… Según escribe su biógrafo y bisnieto, Lluís Domènech i Girbau en Domènech i Montaner, un home universal, el arquitecto de Sant Pau consideraba que el Palacio Ducal, la Alhambra y la Sainte Chapelle eran los mejores edificios del mundo. Domènech no deja nunca de estudiar y, para el proyecto del Hospital de Sant Pau, emprende otro periplo europeo para conocer de primera mano las últimas innovaciones en arquitectura hospitalaria, como los bloques independientes para evitar la propagación de las enfermedades infecciosas.
El diputado en el Congreso, Domènech i Montaner
La actividad política de Domènech empieza de bien joven, a los 18 años. El arquitecto tuvo un papel muy destacado en la época: fue uno de los fundadores de la Lliga de Catalunya; más tarde, participó en la fundación de la Unió Catalanista de la que será presidente en 1892, con Enric Prat de la Riba como secretario. Ese mismo año tuvo lugar la redacción de las Bases de Manresa. Fruto de las divergencias políticas, hacia el 1900 se fundó la Lliga Regionalista y Domènech fue escogido diputado en el Congreso durante dos legislaturas.
Desencantado con la política, decide abandonar esta actividad para centrarse en su carrera profesional y sus estudios sobre el románico.
El estrés de construir futuros Patrimonios Mundiales
Entre 1897 y 1910, Domènech construye el Hospital de Sant Pau, el Palau de la Música y la Fonda Espanya. En ese tiempo también proyecta las casas Lleó Morera, Thomas, Fuster, l’Hotel de Palma y la Casa Navàs, entre otros proyectos. Este ingente trabajo lleva al arquitecto al límite quien, en una carta dirigida al presidente del Orfeó Català, misiva recogida en la biografía de Domènecg, confiesta: “Me encuentro en la imposibilidad, por prescripción médica, bajo peligro de vida, de asistir o tomar partido en discusiones (…) desde el último ataque de corazón que sufrí (…)”.
Diseñar casas con conocimiento de causa
Domènech, además de grandes obras como el Palau de la Música y el Hospital de Sant Pau, proyectó casas para familias de la burguesía. Según explica su biógrafo, Lluís Domènech i Montaner acostumbraba a vivir un cierto tiempo con la familia que le hacía el encargo, para conocer sus gustos y necesidades. Una costumbre, bastante insólita, que heredó su hijo, Pere Domènech Roura. Por cierto, la primera y la última casa que proyectó Domènech, la casa Adela Domènech y la Casa Fuster, respectivamente, se encuentran la una al lado de la otra, en el Paseo de Gracia.
Canet, su refugio
Tanto la madre como la mujer de Domènech i Montaner eren de Canet de Mar. Esta población del Maresme, que acoge el Centre d’Estudis Domènech i Montaner así como su Casa Museo, fue el refugio del arquitecto. Durante el verano, la familia se instalaba en Canet, y Domènech iba y venia cada día de Barcelona. Siempre viajaba en segunda para no encontrarse con conocidos y poder aprovechar los viajes para trabajar en el tren. Pero, un día, alguien le reconoció y quiso entablar conversación y la respuesta del arquitecto fue tajante “Oiga, ¡que algunos trabajamos!”. A pesar de la anécdota, Domènech era una persona cercana a la que le gustaba conversar con pescadores y payeses durante sus paseos por Canet.
La Escuela de Arquitectura y la polémica con Puig i Cadafalch
Domènech i Montaner estuvo vinculado a la Escuela de Arquitectura durante 45 años, desde que empezó como profesor y acabó siendo director. Entre 1901 y 1906 organizó viajes con sus alumnos para conocer y estudiar la arquitectura del románico. Los dibujos y apuntes recogidos por los estudiantes parece ser que fueron utilizados por Puig i Cadafalch para hacer un libro sobre el arte románico. Domènech lo acusó públicamente en un artículo en El Poble Català, en 1909. Las desavenencias entre los dos arquitectos, maestro (Domènech) y alumno (Puig), también tenían un tinte político.
La figura de Domènech i Montaner es fascinante y poliédrica. En la que es su obra magna, el Hospital de Sant Pau, puedes conocer más detalles de la vida y obra de este genial hombre de su tiempo. ¡Ven a descubrirlos!