El Recinto Modernista participa en el 48 h Open House 2020 ofreciendo la posibilidad de visitar el Pabellón de Sant Salvador con los arquitectos responsables de su rehabilitación, Carles Gelpí y Àgata Buixadé. Las entradas se agotaron inmediatamente, pero entrevistamos a Gelpí para que conozcas cómo fueron los trabajos de recuperación del edificio.
El Pabellón de Sant Salvador fue el primer edificio del hospital modernista que entró en funcionamiento en 1916. A lo largo de casi un siglo acogió una intensa actividad sanitaria, y el último servicio hospitalario que acogió fue la Unidad de Curas Intensivas. En 2009, después del traslado de la actividad médica al nuevo edificio del Hospital Sant Pau, el pabellón quedó vacío, pero con todas las marcas evidentes de su pasado asistencial.
¿En qué estado se encontraba el pabellón cuando os hicisteis cargo de la rehabilitación?
Después de más de 80 años de sucesivas reformas con instalaciones externas que cruzaban las fachadas, altillos interiores encastados en los paramentos, agujeros de ascensor en medio de bóvedas y distribuciones interiores que respondían a las necesidades cambiantes, el edificio se había convertido en un contenedor; un volumen cerrado donde se había metido cualquier uso sin contemplaciones. El aspecto era el de un edificio sin valor, maltratado durante muchos años.
¿Cuál era el objetivo que querías conseguir con la rehabilitación?
Había un objetivo principal: marchar del pabellón dejándolo en el mismo estado que tenía cuando Domènech i Montaner lo acabó. Que no se notase nuestra intervención en un patrimonio tan preciado. Puede parecer poco ambicioso, pero la complejidad de dejar – aparentemente – un pabellón para enfermos de 1902, en el año 2018, con la cantidad de instalaciones que exige un espacio expositivo, no es nada sencillo. Queríamos dejar intocado todo el perímetro del edificio y que los nuevos usos culturales se concentrasen en “muebles o esculturas” colocados en el centro de las diferentes dependencias.
Teníamos, sin embargo, otro propósito: hacer que el edificio fuese lo más confortable, eficiente y sostenible posible. Por eso, las instalaciones son de máxima eficiencia, los cierres nuevos (las ventanas y la cubierta) son altamente aislantes, el consumo de agua es mínimo y los materiales utilizados son de producción local, reciclables y de bajo mantenimiento.
¿Cuáles fueron las mayores dificultades con las que os encontrasteis?
En primer lugar, devolver el envolvente (fachadas y cubiertas) a su estado inicial de solidez estructural y aspecto estético. Así, se tuvo que reconstruir muchos tramos de fachada de piedra, obra de fábrica y cerámica vitrificada, y substituir tramos de estructura metálica (muy oxidada) por estructuras de acero inoxidable (la linterna de la cúpula de la sala de día es un buen ejemplo).
Después, en el interior, se tuvo que consolidar y reforzar la estructura metálica, y también los muros y los techos de bóvedas. Lo hicimos utilizando hormigones de altas prestaciones para no modificar los gruesos y niveles de los pisos. También se restituyeron los revestimientos cerámicos (con todas las variaciones posibles de cerámicas esmaltada) y se adaptaron los espacios diáfanos a los nuevos usos museográficos, adoptando las medidas de seguridad y confort de las normativas vigentes.
¿Qué es el certificado LEED que obtuvo el pabellón después de su rehabilitación?
El certificado LEED GOLD obtenido en 2017 es el reconocimiento de haber aplicado a la obra medidas orientadas al ahorro energético, la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente. La certificación LEED puntua las actuaciones realizadas en materia de eficiencia en el consumo del agua, el uso de energías limpias, materiales y recursos sostenibles, calidad del aire interior y la innovación y sostenibilidad local y del entorno. La puntuación total que obtuvo la obra acabada fue de 66, cuando el baremo que corresponde a la calificación GOLD oscila entre los 60 y los 79 puntos.
¿Cómo se consigue que un edificio de principios de siglo, Patrimonio Mundial, obtenga la certificación LEED?
En este caso, el edificio preexistente tenía algunas medidas avanzadas a su época para hacer circular el aire del piso inferior hacia el superior y de este, por unas chimeneas, hacia el exterior. Pudimos aprovechar estos pasos y los espacios bajo cubierta para hacer funcionar la climatización de la gran sala del primer piso y, así, mantener nuestro objetivo principal. Esta manera de intervenir en el patrimonio implica conocer muy bien todos los rincones del edificio, u comportamiento estructural y térmico y estudiar muy detalladamente cada problema para adoptar la solución que sea más eficiente y menos intervencionista. Esto implica tres cosas: estima, tiempo y experiencia. Hay que entender que la estima por el objeto construido (no quererlo cambiar, no hacerle daño y, siempre que se pueda, mejorarlo) reclama dedicar mucho tiempo a proponer diversas maneras de actuar y descartar las que son menos eficientes, más intervencionistas o más visibles. Las decenas de propuestas que se hicieron son fruto de una dilatada experiencia en intervenciones de rehabilitación que – siempre – tienen como objetivo último dar una nueva vida a un edificio patrimonial.
El Pabellón de Sant Salvador es hoy un gran espacio expositivo que te permitirá recorrer la historia centenaria del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y la trayectoria de Lluís Domènech i Montaner. Ven a visitarlo y aprovecha para comprobar como se ha recuperado su aspecto original, tal como Domènech i Montaner lo proyectó.