El concepto de ciudades sabias surge de la creciente evidencia de que la inteligencia y las innovaciones tecnológicas no necesariamente dan lugar a ciudades más inclusivas, sostenibles y democráticas.
Josep M. Coll, investigador del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), presenta, junto con Carlos Illán, investigador de la EU-Asia Global Business Research Center, este artículo sobre la evolución de las ciudades inteligentes hacia ciudades sabias.
Uno de los grandes retos para los planificadores y administradores urbanos de este siglo es el diseño de un modelo urbano que se centre en los ciudadanos y que tenga en cuenta la idiosincrasia de cada ciudad y trayectoria cultural a fin de evitar una “sola medida para a todas”.
La ciudad sabia se basa en la cultura, ya que contempla políticas de desarrollo urbanas y prácticas adaptadas a los antecedentes culturales de los ciudadanos, el contexto socioeconómico y el estado del medio ambiente.
La ciudad sabia supera la dicotomía entre el modelo pro-tecnología o anti-tecnología, y es sabia desde el punto de vista tecno-cultural porque estudia la experiencia, la conciencia y los significados que surgen de la interacción entre las personas y la tecnología.
La desigualdad, la migración, el cambio climático y el aumento de las ciudades globales en la arquitectura de la gobernanza son transformaciones globales que pueden afectar a las ciudades a corto plazo.
Pero al mismo tiempo, las ciudades son un laboratorio impresionante de soluciones para combatir el cambio climático y la degradación del medio ambiente.
El objetivo final del modelo de ciudad inteligente debe ser la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, incluyendo su felicidad y bienestar subjetivo, en ciudades resilientes capaces de afrontar los imprevistos que puedan surgir.
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